(j,g)
En
ese galeón pirata viajaban cien marineros al mando del general
Jaime. Cada uno tenía un trabajo: unos vigilaban por si se acercaba
algún barco enemigo, otros se encargaban de izar y recoger las
velas… mientras los vagos eran castigados a fregar la cubierta.
Cuando el mar rugía con fuerza y agitaba el bajel, todos debían
colaborar. La vida a bordo era genial porque podían disfrutar de
exóticos paisajes.
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