Faltaban unos diez minutos para
comenzar el ansiado recreo. Tomás no veía el fin de la clase de matemáticas.
Sus ojos se desviaban buscando ese magnífico bocadillo de salchichón que papá
había preparado con tanto esmero. El movimiento del minutero era demasiado
lento y don Damián andaba pidiendo voluntarios para enfrentarse a la pizarra.
Su estómago no podía aguantar más. ¡RING, RING, RING!
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada